Los internos de Botafuegos oran por el nacimiento de un ángel en el cielo

Hay gente que califica a los presos como personas sin sentimientos, incapaces de amar y ayudar a las personas, sabiendo ofrecer lo mejor de sí mismos. Pero, eso no es así. Y así se ha visto en el Centro Penitenciario de Botafuegos. Durante las dos semanas de recate del pequeño Julen, cientos de internos han manifestado sus sentimientos y preocupación por el pequeño. Es increíble cómo los internos se reunían en los módulos para leer el Evangelio, unir sus manos y entre lágrimas orar por el rescate de Julen.

Han sido muchas las instancias dirigidas a Capellanía solicitando asistir a la Misa para orar por el pequeño y sus familiares. La mañana del sábado 26, toda España amanecía llena de dolor por la trágica noticia. Sin duda, ese dolor se vio visible en Botafuegos. No había sitio en la Capilla de la Prisión para poder albergar a tantos internos que deseaban participar en la Misa. Todos decían: ¡ha nacido un ángel en el cielo! Miles de preguntas nacían del corazón de los internos, pero todos guardaban silencio, haciendo recogimiento en su interior, las lágrimas se convertían en oración y confianza en el Señor.

No era una Misa cualquiera. No. Era la misa de un ángel que comenzaba su vuelo en la gloria celestial. Los mismos internos pidieron un minuto de silencio. Cantaron con fuerza, y con sus cantos ponían su esperanza en Jesús de Nazaret. Durante la oración de los fieles, pudieron expresar sus sentimientos, sacando su dolor mediante la oración

No faltaron plegarias y cantos a la “Madre”, a la Virgen María, a Ella, Madre de todos los ángeles, se le pedía por el pequeño Julen, para que ya esté protegido por los brazos de la madre de Jesús, y desde el cielo, pueda consolar y dar fortaleza a sus padres aquí en la tierra e intercediendo por todos nosotros. Muchos de los internos besaron y abrazaron la imagen de la Virgen pidiéndole por el pequeño.

Un interno dejó grabado éstas palabras en una nota bajo el mantel del altar: “Señor, tú me quitaste a un hijo por culpa de la droga, vivo en mis carnes el dolor de la muerte de un hijo, por eso te pido que tomes mi vida y dejes al pequeño Julen con sus padres”.  Sin duda, éstos sentimientos sólo nacen de lo más profundo del corazón. De saber lo que significa “ser padre”, amando sobre todas las cosas, y haciendo realidad el mandato del Amor.

Durante la última semana de enero, las oraciones por Julen continúan vivas, pidiendo por sus padres y familiares.  Ahora Julen goza del amor de Dios y a todos nos ha enseñado que en la unión está la fuerza, que nuestra fuerza es el Señor, y que si vivimos amándonos los unos a los otros viviremos unidos para siempre.

Lancemos un beso al cielo, que un ángel pequeño podrá recogerlo.

 

Pastoral Penitenciaria

Diócesis de Cádiz y Ceuta

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