Spei Mater: un SÍ a la vida, una ayuda para todos

La Iglesia celebra hoy, 25 de marzo, la Jornada por la Vida. Un día para recordar la grandeza, dignidad e inviolabilidad de toda vida, desde el momento de su concepción hasta su muerte natural. Spei Mater es una de las respuestas que, desde la Iglesia española se quiere dar a aquellas personas que se enfrentan a un embargo inesperado o han sufrido las consecuencias de un aborto provocado.  En nuestra diócesis, el matrimonio formado por Emilio Alegre y Maribel de la Marta, es el encargado de esta asociación pública de fieles a la que acuden numerosas mujeres y que necesita siempre del apoyo de toda la iglesia diocesana.  Hoy, les entrevistamos para conocer mejor Spei Mater en Cádiz y cómo desarrolla sus proyectos de ayuda y acompañamiento.


P –  Muchas veces, la iglesia cuenta con herramientas que los propios católicos desconocemos. En el caso de Spei Mater, en nuestra diócesis sabemos que existe pero hay quién desconoce cómo se articula esta asociación, ¿Qué es Spei Mater y cómo  funciona?

R – Spei Mater es una asociación pública de fieles cuya finalidad es cuidar la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Dicho de otra forma, es una asociación provida de la Iglesia Católica, y actúa ayudando a madres solas o parejas que se encuentran con un embarazo en circunstancias difíciles, y corren el riesgo de someterse a un aborto provocado. También ayudamos a la sanación personal de mujeres que han abortado -también de los hombres- y sufren las consecuencias del trauma post-aborto. Además, trabajamos en la concienciación, provida, formación, etc.

Esto se organiza con la labor de los voluntarios. Normalmente es una de las voluntarias la que acoge a la mujer embarazada, habla con ella y la acompaña a lo largo de su proceso. No nos limitamos a la ayuda, sino que queremos llevar el amor de Dios a esas personas. Otros miembros del equipo -los facilitadores- son los que se encargan de proporcionar la ayuda más material. Es lo que se conoce como «Proyecto Ángel». Para ello, hacemos previamente jornadas de formación de los voluntarios.

Más novedoso es el Proyecto Raquel, aunque lleva ya varios años funcionando. Se trata de llevar la misericordia de Dios a las mujeres que han abortado, y es una maravilla. porque Jesús sana su corazón por este medio. También hay hombres -los padres de los niños abortados- que acuden a pedir ayuda.

 

P –  Nuestra diócesis es pequeña, pero muy necesitada de este tipo de ayuda ¿A cuántas personas se ayuda a través de sus proyectos? 

R – Realmente, a muchas menos de las que querríamos, porque estos proyectos se conocen poco. Atendemos a unas 25 personas anualmente, de las que 2-3 son mujeres que estaban decididas a abortar y que, gracias a Dios, han venido a una entrevista en la que se les ha podido dar un poco de luz y esperanza en su situación, en esos momentos tan difíciles. Así han salido de ese problema y han recibido ayuda por este medio. Existen más situaciones en las que se habla con mujeres que iban a abortar y que finalmente no lo han hecho, pero no han requerido más apoyo. Realmente, el mayor reto ahora mismo es que nos conozcan, incluso dentro de la Iglesia, para que puedan contactar con nosotros cuando se presenta el caso de una chica o mujer embarazada que está pensando en abortar, o cuando hay personas que están mal por haber abortado a su hijo o haber participado en el proceso. Pero, pocos o muchos, cada ayuda es un niño o niña que vive, y una madre o una pareja que se libera de la carga de haber abortado, y que ahora está con su hijo o hija. Es algo impresionante, es pasar de la muerte a la vida. Hay siempre una gran alegría cuando se deja atrás la oscuridad del aborto.

 

P –  Escuchamos hablar de ayudas a la familia pero ¿son reales?, en el caso de los embarazos en circunstancias difíciles ¿realmente se presentan alternativas o son silenciadas?  ¿que casos os encontráis cada día?

R – Hay ayudas sociales a familias, pero la pareja o la mujer sola que se queda embarazada no las recibe. Están totalmente desamparadas, Generalmente las administraciones creen que con ofrecer el aborto gratuito ya están cumpliendo y eso hace que no asuman ninguna ayuda para que puedan sacar a sus hijos adelante, Hace 11 años, el Parlamento Andaluz rechazó una iniciativa histórica, avalada por 92.000 firmas, para crear una red de apoyo a la mujer embarazada con dificultades. Algunos de los que la rechazaron comentaban que con ofrecer el aborto ya se las estaba ayudando. El resultado es que muchas mujeres, en el momento en que más apoyo necesitan, lo único que reciben es ayuda para abortar, y curiosamente se dice que se defiende la libertad de la mujer….

 

P –  ¿Como se puede colaborar con Spei Mater? ¿Recibís ayudas de hermandades, asociaciones.. etc? 

R – Estamos recibiendo ayuda de la Hermandad de Jesús de la Paz y María Santísima del Amparo, que se está volcado con nosotros. También es un apoyo la actividad de Virgen de Valvanuz, y ahora empezamos un proyecto con Cáritas en nuestra Diócesis, que apoya la asistencia en estos casos.

Se puede colaborar con nosotros de muchas formas; desde orar por la vida hasta hacer un donativo y, por supuesto, participar como voluntarios. Tenemos un teléfono unificado en toda España, que es el 618 300 383, tanto para solicitar asistencia como para colaborar. Se puede conocer más sobre nosotros en la web speimater.com   

 

P –  Habéis resaltado que no se conoce, dentro de nuestra propia Iglesia, las ayudas que se ofrecen en estos ámbitos. Más allá además de actuar ante la necesidad, ¿cómo se puede crear una verdadera cultura de la vida en nuestras comunidades?

R – En esto, el testimonio de respeto a la vida por parte de los cristianos es fundamental, desde la asistencia a las personas, hasta las conversaciones de cada día. El lema de este año de la Jornada por la Vida es «el amor cuida la vida». Realmente, es una cuestión de amor, de cuidar a las personas en todas las situaciones, independientemente de que sean pequeños, grandes, aún no nacidos o ancianos, pobres o ricos, sanos o enfermos: aquí no sobra nadie. El derecho de todos a la vida se corresponde con nuestro deber de cuidar a los más indefensos. El aborto es una lacra que se ha impuesto como una gran mentira, como una liberación de la mujer, cuando en realidad es todo lo contrario, un drama que hace daño a las mujeres y a toda la sociedad.

Este año pasado dimos formación en Chiclana y en Cádiz sobre la encíclica Humanae Vitae, acerca de la anticoncepción, en su cincuentenario, y celebramos las I Jornadas Sanitarias por la Vida. Hace unos días tuvimos una sesión formativa sobre la ley natural en la Parroquia de San José, y esto lo haremos con diversos temas cada dos meses. La pastoral familiar del Obispado también está haciendo un gran esfuerzo en capacitar a los formadores en educación afectiva y sexual para adolescentes y jóvenes, que es importantísimo. Por otra parte, la protección de la vida humana supone una concienciación progresiva de todos, pero especialmente de quienes se dedican específicamente a cuidarla: los profesionales sanitarios. Por eso, el año pasado celebramos en Cádiz las I Jornadas Sanitarias por la Vida, en las que hablamos sobre la protección de la vida y la defensa de la conciencia del profesional sanitario. También pusimos en común los recientes avances sobre la fertilidad, con la naprotecnología, y la planificación familiar natural.

Por último, pero precisamente es lo más importante, todo esto se sostiene con una continua oración por la vida. Aparte de nuestra oración personal, promovemos el rosario mensual por la vida en las parroquias, y celebramos algunas oraciones públicas a lo largo del año, como el rosario procesional por la vida con Nuestra Señora del Amparo, que la Hermandad organizó hace unos meses, Hay personas que oran por la vida ante los abortorios, y 40 Días por la Vida lo hace en cada cuaresma. Un día, una señora mayor nos enseñó una estampita que habíamos repartido con la oración por la vida, y nos dijo que llevaba diez años rezándola todos los días. Eso es lo que nos sostiene. De esta forma, todos los cristianos podemos implicarnos de una forma u otra en la protección de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural.

 

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