Una ayuda indispensable para la lectura directa de los Padres de la Iglesia

Jerónimo Leal

Invitación a la Patrología. Cómo han leído la Biblia los Padres de la Iglesia.

Madrid, Rialp, 2019

Advierto que apoyo el comentario de esta obra en el convencimiento de que, tanto por su origen como por su aplicación, la Patrología es un conjunto de escritos esencialmente doctrinales y pastorales. Con esta afirmación pretendo explicar que, aunque reconozco que el conocimiento de los aspectos históricos y hermenéuticos es necesario para la adecuada interpretación de la vida y de las enseñanzas de los Padres, estos análisis son medios y no fines del estudio teológico. Estoy de acuerdo con el autor cuando declara de forma inequívoca que la mejor manera -¿quizás la única?- de conocer las enseñanzas de los Padres de la Iglesia es leyendo directamente sus obras. Hemos sido muchos los estudiantes de Ciencias Humanas, Literarias, Filosóficas, Bíblicas y Teológicas que, durante un tiempo no muy lejano, hemos conocido las obras de los autores clásicos sólo a través de resúmenes y de comentarios a veces más confusos y más oscuros que los textos originales. Es cierto que, para interpretar el significado de estos escritos antiguos, es indispensable que los especialistas, previamente, nos los sitúen histórica y culturalmente, es necesario que nos proporcionen principios claros, criterios prácticos y pautas concretas que nos orienten su lectura que, inevitablemente, ha de ser directa.

Estas son las razones por las que he valorado positivamente las nociones introductorias que, sin ser exhaustivas, sirven de puntos de apoyo y de guías operativas para la comprensión de sus mensajes fundamentales. Son unos datos válidos -algunos imprescindibles- para estimular, para orientar y para fundamentar la interpretación y la valoración de unos escritos tan importantes. Sus orientaciones, por lo tanto, nos sirven eficazmente porque favorecen y profundizan la lectura. Me atrevo a afirmar más: las ideas expuestas por Jerónimo Leal, profesor de Patrología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, cobran sentido cuando se aplican a la lectura de los textos. Tanto la pregunta que utiliza como subtítulo –Cómo han leído la Biblia los Padres de la Iglesia– como sus breves y clara explicaciones de las “diferentes lecturas exegéticas”: “exégesis literal”, “exégesis alegórica” -espiritual, moral, tropológica, etc.-, “exégesis tipológica”, facilitan la lectura seria y profunda de unas obras imprescindibles.

En mi opinión, este libro proporciona un excelente servicio a los estudiantes de las diferentes ramas Teología -dogmática, moral, litúrgica, ascética, pastoral- no sólo por la variedad de escritos, sino también por las explicaciones previas -por las oportunas pistas- para interpretar a cada uno de sus autores. Pienso, además, que será útil a los profesores e investigadores de otras disciplinas afines y que, incluso, ayudará a los sacerdotes para fundamentar e ilustrar las diferentes actividades pastorales. La actualización bibliográfica proporcionará también un importante servicio a los estudiosos.

José Antonio Hernández Guerrero

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