Claves de los cambios en la Iglesia y en la sociedad durante el siglo XX

Mariano Fazio

De Benedicto XV a Benedicto XVI

Madrid, Rialp

Aunque, como es obvio, la Historia de la Iglesia no se limita a contar las doctrinas impartidas por los Papas, hemos de reconocer que sus enseñanzas influyen de una manera directa en los comportamientos de los fieles e, indirectamente, en las reacciones que provocan en los ciudadanos y en las instituciones políticas, sociales, culturales y económicas del mundo civil. Recuerdo este principio tan elemental para explicar mi valoración positiva de este libro en el que Mariano Fazio, profesor Ordinario de Historia de las Doctrinas Políticas en la Facultad de Comunicación Social Institucional de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, aborda el proceso de secularización del mundo contemporáneo tomando como referentes las decisiones doctrinales adoptadas por los Papas cuyos pontificados han cubierto el siglo pasado. A mi juicio, resulta especialmente oportuno situar como punto de partida el recuerdo de la tradición multisecular de reflexionar sobre el papel de la religión en el ámbito de la vida pública y, más concretamente, la atención que, desde el anuncio del Evangelio, ha prestado la Filosofía Política al principio cristiano de la dignidad de la persona humana, como ser único e irrepetible.

Tras considerar los procesos revolucionarios que causaron el cambio de la cosmovisión cristiana de la vida, el autor distingue los elementos socio-político-económicos, históricos o circunstanciales, y los contenidos fundamentales del depósito de la Revelación. Analiza oportunamente las nociones de “clericalismo”, “laicismo” y “secularización” e, incluso, identifica el origen cristiano de la trilogía revolucionaria Liberté, Egalité  y Fraternité.

En sucesivos capítulos interpreta las aportaciones magisteriales de Benedicto XV como protagonista de la “restauración cristiana de la paz”, la contribución de Pío XI a la paz individual, familiar y política mediante las enseñanzas de Jesucristo sobre los valores espirituales, sobre la dignidad y santidad de vida, y la función de las Iglesia Católica en la resolución de los problemas del mundo; valora la importancia que Pío XII concede al Derecho Natural como base del nuevo orden internacional y de la estructura interna de las sociedades públicas; se refiere al llamamiento de Juan XXIII a la coherencia entre la fe y la vida de los católicos en la encíclica Mater et Magistra, sondea los nuevos fenómenos sociales después de la Segunda Guerra Mundial, y subraya cómo la Pacem in terris define “el orden que rige en la convivencia entre los seres humanos es de naturaleza moral: apoyado sobre la verdad, realizado según justicia, vivificado y completado por el  amor mutuo y, finalmente, equilibrado en la libertad.

En la segunda parte, analiza el periodo que transcurre desde la celebración del Concilio Vaticano II hasta la conclusión del papado de Benedicto XVI y explica cómo Juan XXIII se propone la renovación de la Iglesia, la búsqueda de la unidad de los cristianos y la apertura al mundo para, juntos, resolver los problemas de la humanidad. Centra la compleja actividad de Pablo VI en el diálogo entre la Iglesia y el mundo moderno, los deseos de justicias, de paz, de desarrollo y de cooperación expuestos en su encíclica Ecclesiam suam. El autor destaca cómo Juan Pablo II define la doctrina social cristiana, no como una tercera vía política entre las teorías del capitalismo liberal y el colectivismo marxista, sino como una ética que posee unos contenidos propios y diferentes. Finalmente se refiere a la doctrina de Benedicto XVI resumiéndola como “sana laicidad”, como afirmación de la autonomía relativa de las cosas temporales y como la secularización en el sentido de “desclericalización” de la cosmovisión cristiana.

En mi opinión, este libro resulta básico para situar de manera adecuada los cambios -sorprendentes, rápidos y profundos- que la Iglesia y la sociedad han experimentado y para interpretar las transformaciones que, sin duda alguna, se seguirán sucediendo.

José Antonio Hernández Guerrero

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