«La pregunta más importante es qué llamada me hace el Señor en los momentos difíciles»

Jacques Philippe, sacerdote francés perteneciente a la Comunidad de las Bienaventuranzas, ha dirigido hoy el primero de sus retiros, dirigido especialmente a laicos, en Cádiz. El Colegio de las Esclavas ha acogido esta jornada de oración y celebración en la que se han reunido más de 300 personas que han seguido, atentamente, las Enseñanzas de este autor espiritual.

La jornada se ha dividido en dos partes, por la mañana, dos enseñanzas o meditaciones, de unos 40 minutos cada una y la celebración de la Santa Misa presidida por el Obispo diocesano, Mons. D. Rafael Zornoza, que ha acudido también a este retiro. El tema del sufrimiento y la actitud cristiana ante esta realidad ha sido el eje de esta jornada. Un tema abordado sin dramatismo ni estridencias, sino con un profundo anclaje en la vida de oración y la confianza en Dios.

Philippe ha invitado a los presentes a descubrir la llamada que Dios hace a través de los momentos difíciles «las situaciones difíciles» – ha señalado-  «nos enseñen qué es creer, qué es esperar y qué es amar». Nuestro trabajo es descubrir «cuál es la llamada de Dios en esa circunstancia (…) sabiendo que no puedo cambiar las cosas exteriormente pero interiormente puedo tomar sencillas decisiones» que ayuden a madurar espiritualmente y a reconocer a Dios en cada una de las situaciones de nuestra vida.

En este sentido, el autor de «La Paz Interior» ha destacado cómo la vida de oración es el primer punto para descubrir esa llamada de Dios en una situación difícil, una oración constante «aunque uno no sienta nada»; en ese sentido ha subrayado que «aceptar la situación es decir sí a la realidad, porque Dios trabaja en la realidad», y ha advertido del peligro de caer en la tentación de añorar el pasado o temer el futuro, «hay que vivir el momento presente… sobre todo en momentos difíciles (…) la luz que pedimos a Dios es para hoy». Philippe se ha referido a las dos preguntas típicas que nos formamos en tiempos de prueba ¿por qué? y ¿cuánto durará?  «La primera pregunta» – ha afirmado- «no tiene respuesta la mayoría de las veces (…) La sabiduría es aceptar no entenderlo todo» y ha reiterado que la pregunta más importante no es por qué sino qué llamada me hace el Señor en los momentos difíciles».

La tercera y última meditación se ha centrado en el consuelo de Dios. Una reflexión llena de esperanza y hondura espiritual que ha ido hilando a través de textos tanto del Antiguo Testamento: Isaías, Salmos… como del Nuevo Testamento: Segundo Carta de San Pablo a los Corintios… En referencia a este tema, Jacques Philippe ha afirmado que un gran escollo ante el que nos encontramos en la actualidad es que la sociedad no sólo esconde el sufrimiento sino que se niega a darle sentido. Sin embargo, en contra de todo rigorismo, el sacerdote francés ha recordado que si bien en algunos momentos, la enseñanza de algunos cristianos se ha centrado demasiado en el sufrimiento, éste no se ha de buscar sino que se tiene que aceptar en la medida que venga ya que «no es el sufrimiento lo que salva sino el Amor, el amor es lo que salva. El objetivo no es la Cruz, sino la Resurrección».
Philippe ha destacado lo que él denomina como aspectos «positivos» de esta aceptación del sufrimiento: el primero es que  «nos hace pobres, pequeños, humildes, no soy yo el amo, no soy todopoderoso. Viene a romper nuestro orgullo y tenemos que ir gritar a Dios y pedir ayuda a los demás». El segundo, según Philippe es «que nos hace preguntarnos los verdaderos valores de la vida», y ha recorrido algunas anécdotas sobre personas que, en la enfermedad, se han replanteado su vida, sus verdaderos valores y han recuperado la primacía del amor De Dios. Y sobre todo esto, ha señalado Philippe, está el consuelo de Dios, que siempre llega, aunque tarde y que es la maravilla del amor divino. En este punto ha animado especialmente a pedir el consuelo de Dios y a acudir a la Sagrada Escritura para reconocer ese consuelo de Dios que es estar con Él.
La jornada ha concluido con una Adoración Eucarística en la que los asistentes han puesto sus intenciones y anhelos en manos De Dios a través de Santa Teresa de Lisieux para culminar con la Bendición con el Santísimo esta intensa jornada.

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