Fallece el padre Rafael Antonio Pozanco León

Hemos conocido del fallecimiento de nuestro querido hermano, Rvdo. P. Rafael Antonio Pozanco León, sacerdote dominico (O.P.)

La Misa corpore insepulto tendrá lugar hoy, 26 de diciembre, a las 11:00 horas, en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario – Convento de Ntra. Sra. del Rosario y Sto. Domingo, de Cádiz
Se ruega una oración por su eterno descanso.

D. E. P.

Obituario

Fallece Fray Antonio Pozanco, un dominico servidor del pueblo 

Exactamente, en el día que se cumplía el aniversario de su primera Misa, ha fallecido el padre Antonio Pozanco. Cuando, hace sólo una semana, le pregunté cómo había podido conjugar su vocación de sacerdote y de fraile dominico, con sus tareas como profesor en la Facultad de Medicina, como Delegado Diocesano de Caritas y de los Cursillos de Cristiandad, en la Diócesis de Cádiz, como Maestro de Jóvenes Dominicos en Roma, como profesor de Cristología en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, como Delegado provincial de Cultura y como Director General de la Junta de Andalucía, él me respondió breve y categóricamente: “Porque yo me metí a fraile y recibí las órdenes sacerdotales para servir”. Hombre culto, trabajador e imaginativo, Antonio demostró, en todas sus tareas pastorales, docentes y administrativas, que era, sobre todo, un servidor. Atento -como entonces se repetía,- “a los signos de los tiempos”, Antonio se puso a disposición de sus priores y, también, de los obispos Añoveros, Bueno Monreal y Amigo, para poner en marcha las directrices del pos-Concilio, y a las órdenes de los Consejeros Andaluces de Cultura, Javier Torres Vela y Juan Manuel Suárez Japón, para colaborar en la organización de renovadoras actividades artísticas y culturales.

Durante estos últimos meses, hemos hablado detenidamente de sus estudios y de sus enseñanzas, pero, al final de nuestras conversaciones, siempre llegábamos a la misma conclusión: más que los libros, lo que verdaderamente nos enseñan a vivir son las actitudes sencillas y los comportamientos coherentes de las personas que han tomado en serio la vida como, por ejemplo, el pensador Tomás de Aquino y el defensor de los derechos de los indígenas Fray Bartolomé de las Casas, los obispos mencionados anteriormente, algunos sacerdotes con los que colaboré estrechamente y los profesores de Derecho de Granada, Luis Sánchez Agesta y José María Stampa Braun que me despertaron las inquietudes sociales.

En mi opinión, fray Antonio Pozanco ha sido uno de los representantes más cualificados de la «cultura del diálogo» defendida por el papa Francisco. Él estaba convencido de que una de las tareas de los dominicos actuales debía ser  entablar «una amistad bondadosa» con sus contemporáneos -los que son cristianos y los que no lo son- y conversar con todos los hombres y, en especial, con quienes no pueden contar con nadie. Él partía del supuesto de que el diálogo humaniza la vida y de que la cultura no sólo contribuye de una manera decisiva a la pervivencia actual de la sensibilidad artística, sino también de la conciencia moral: nos ayuda – afirmaba – para que nos defendamos de la vulgaridad, de la brutalidad, de la ordinariez y de la crueldad. Nos estimula para que seamos honrados con nosotros mismos y con los demás.  Durante su azarosa vida, supo mantener una forma extremadamente juvenil, casi ingenua, y nos dio muestras de su ingeniosa manera de vivir y de su desbordante generosidad vital. El pensamiento, de tradición reflexiva y metafísica, en las inmediaciones de la Filosofía y de la Teología, de este fraile creativo y esperanzado, nos tocaba las fibras porque ahondaba en el conocimiento del mundo, de nosotros mismos, de la muerte y de otra vida. Antonio, que siempre permaneció fiel al Evangelio, nos miraba con su sonrisa de buena persona, fue un maestro de comunicadores, un cura comprometido y un fraile, a veces, incomprendido. Al prior de Santo Domingo, de Cádiz, Pascual Saturio, a los frailes residentes en el Asilo de San Juan de Dios y a todos sus compañeros y compañeras de la Residencia, les damos nuestro sentido pésame. ¡Que descanse en paz!

José Antonio Hernández Guerrero

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