D. Rafael participa en el encuentro “Mediterráneo, Frontera de Paz”

Nuestro Obispo diocesano, Mons. D. Rafael Zornoza, ha formado parte de la representación española en el Encuentro «Mediterráneo, Frontera de Paz», al que también han asistido el Arzobispo de Barcelona, Mons. Juan José Omella Omella, y el Obispo de Almeria, Mons. Adolfo González Montes, junto a otros cincuenta y cinco obispos y patriarcas de 20 países del Mediterráneo. Unas jornadas que arrancaron el pasado día 19 con una agenda s cruciales en su agenda marcada por temas como la fraternidad, la paz y la libertad religiosa, sin olvidar la situación de las Iglesias locales y su relación entre sí.

Los cinco días de reflexión han estado marcados por mesas diarias de escucha, discusión y debate. Pero también de momentos de oración común y la celebración matutina de la Santa Misa en la cripta de la Basílica de San Nicola.

El encuentro concluyó con la visita del Papa a la localidad italiana y el encuentro con los obispos congregados. Francisco dirigió un discurso a los obispos del Mediterráneo en el que les animó a continuar anunciando el Evangelio, actualizándolo a las situaciones que viven los diferentes países que comparten el mar Mediterráneo; les llamó a un mayor compromiso por el bien común y a empeñarse en potenciar dinámicas que permitan llegar a la paz.

El Papa Francisco comenzó su discurso reconociendo la importancia de esta iniciativa: “la acepté inmediatamente con alegría, viendo en ella la posibilidad de iniciar un proceso de escucha y diálogo, mediante el cual contribuir a la construcción de la paz en esta zona destacada del mundo. Por esta razón, quería estar presente y dar testimonio del valor que tiene el nuevo paradigma de fraternidad y colegialidad, del cual vosotros sois expresión”. El Papa subrayó la historia común que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo por los pueblos mediterráneos. “El Mare nostrum es el lugar físico y espiritual en el que se formó nuestra civilización, como resultado del encuentro de diferentes pueblos”, afirmó. El disfrute de esta región, insistió, solo es posible “viviendo en armonía”. Esta región del mundo, afirma Francisco, muestra algunos rasgos particulares: “En este epicentro de profundas líneas de ruptura y de conflictos económicos, religiosos, confesionales y políticos, estamos llamados a ofrecer nuestro testimonio de unidad y paz. Lo hacemos a partir de nuestra fe y de la pertenencia a la Iglesia, preguntándonos qué contribución podemos ofrecer, como discípulos del Señor, a todos los hombres y mujeres de la zona mediterránea”.
El Papa insistió a los obispos que “el anuncio del Evangelio no puede separarse del compromiso por el bien común y nos empuja a actuar como perseverantes constructores de la paz. Hoy el área del Mediterráneo está amenazada por muchos focos de inestabilidad y guerra, tanto en Oriente Medio como en varios Estados del norte de África, y también entre diferentes grupos étnicos o grupos religiosos y confesionales. Tampoco podemos olvidar el conflicto, aún sin resolver, entre israelíes y palestinos, con el peligro de soluciones no equitativas y, por lo tanto, amenazantes de nuevas crisis”.

Los dramas de las guerras, las injusticias, las migraciones… estuvieron muy presente en el discurso del Santo Padre que afirmó que “La justicia se ve obstaculizada, además, por la cultura del descarte, que trata a las personas como si fueran cosas, y que genera y aumenta las desigualdades; así que, de modo escandaloso, en las costas del mismo mar viven sociedades de la abundancia y otras en las que muchos luchan por la supervivencia”. En este contexto, el Obispo de Roma resaltó el aporte que cada diócesis y parroquia hace buscando reducir el sufrimiento de muchas personas.

Asimismo,  el Papa se preguntaba en este encuentro: “¿para qué sirve una sociedad que siempre logra nuevos resultados tecnológicos, pero que se vuelve menos solidaria con quien pasa necesidad?”. Son los que sufren, los más débiles, el criterio para buscar el bien común y puso en evidencia que esto sucede en el Mediterráneo: “están los que huyen de la guerra o dejan su tierra en busca de una vida humana digna”, así como los jóvenes que parten y dejan sus países. En esta línea, recordó el deber cristiano de acoger, defender y priorizar a los que menos tienen: “No aceptemos nunca que quien busca la esperanza cruzando el mar muera sin recibir ayuda o que quien viene de lejos sea víctima de explotación sexual, sea explotado o reclutado por las mafias”, insistió Francisco.
El Papa se despidió de los obispos animándoles a seguir trabajando, a seguir el ejemplo de Jesús y a reconstruir donde todo pareciera estar destruido: “Esta es la tarea que el Señor os confía para esta amada zona del Mediterráneo: reconstruir los lazos que se han roto, levantar las ciudades destruidas por la violencia, hacer florecer un jardín donde hoy hay terrenos áridos, infundir esperanza a quienes la han perdido y exhortar a los que están encerrados en sí mismos a no temer a su hermano. Que el Señor acompañe vuestros pasos y bendiga vuestra obra de reconciliación y de paz”.

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