Convivir en armonía

Alfred Sonnfeld

Armonía. La sorprendente comunicación en la pareja

Madrid, Rialp, 2020

Con su habitual lenguaje riguroso y claro, y mediante ejemplos tomados de la vida actual, el profesor Alfred Sonnfeld, doctor en Medicina y en Teología, en este nuevo libro nos descubre los orígenes de los fracasos de las relaciones humanas y nos proporciona unas certeras pautas para orientar la búsqueda de soluciones razonables y efectivas. Aunque de manera explícita sus consideraciones se dirigen a la “sorprendente comunicación en la pareja”, sus análisis son, sin duda alguna, aplicables a los demás ámbitos de las relaciones familiares, educativas, profesionales, sociales y políticas.

Partiendo del hecho de que somos seres relacionales y de que, por lo tanto, nuestro crecimiento y nuestro bienestar dependen de nuestras habilidades para comunicarnos con los otros, él nos explica cómo las expresiones orales son interpretadas de múltiples maneras dependiendo de las situaciones desde las que los oyentes escuchan los diferentes contenidos de los mensajes. Como él nos detalla, la pronunciación de una palabra, además de transmitir el significado consignado en el diccionario, expresa otros “sentidos” dependiendo de la forma en la que se pronuncia, de los gestos, de las expresiones del rostro y de la intención con la que el emisor la transmite.

Importantes son, a mi juicio, las consideraciones sobre el significado hondo la palabra “amor” a partir del hecho constatado de que el punto de partida de nuestra reflexión es -ha de ser- la aceptación de nuestra tendencia egocéntrica, la identificación de nuestras rarezas peculiares y de nuestros frenos para expresarnos con humildad. Oportunos, sin duda alguna, son sus toques de atención sobre las ansias -a veces incontenibles- de perfeccionismo, y sus orientaciones prácticas para que aceptemos las propias imperfecciones y para que gestionemos hábilmente las imperfecciones de la pareja.

Son especialmente acertadas sus reflexiones sobre los permanentes mensajes publicitarios que, al banalizar las prácticas sexuales, las despojan de sus valores y de sus atractivos. Estamos de acuerdo en que el pudor sigue siendo un arma imprescindible para defender y para administrar de manera acertada nuestros tesoros íntimos personales. Efectivamente si las raíces de esta frivolización se hunden en la progresiva pérdida del respeto a la persona, este es el momento para emprender un proceso de reeducación para corregir errores y torpezas, para aprender a comunicarnos y a conocernos mutuamente y para “vivir en armonía, felices, con plenitud y con dignidad”.

José Antonio Hernández Guerrero

Comentarios cerrados.