Los internos de Botafuegos celebraron el Corpus en la prisión

Otro año más, el Centro Penitenciario de Botafuegos abrió sus puertas para hacer presente la divinidad entre los pobres y más necesitados del Señor. Es el único centro en España que anualmente celebra la Solemnidad del Corpus Christi con procesión por el interior de la prisión.

Los internos de Botafuegos se han estado preparando para vivir una gran celebración entorno a la Eucaristía, preparándose los días anteriores con el sacramento de la reconciliación y varias catequesis en la capilla del centro penitenciario y en el interior de los módulos. Un equipo de internos preparó la liturgia, haciendo ellos mismos de acólitos y lectores.

La celebración comenzó con una pequeña catequesis, dirigida por el P. Jesús, sobre la importancia de la eucaristía en nuestras vidas. Después, se celebró con toda solemnidad la Santa Misa, presidida por el delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria, el trinitario P. Manuel García, y concelebrada por los trinitarios P. Sergio, P. Francisco y el P. Jesús. Durante la celebración, todos los internos participaron activamente en un silencio conmovedor, entrando en el misterio de la presencia de Jesús eucaristía. Más de quince voluntarios participaron para dar mayor esplendor a la celebración, animando con los cantos y sentándose entre los internos para compartir una misma fe como cuerpo de Cristo.

Al terminar la Santa Misa, los internos alfombraron con flores el camino por donde Jesucristo iba a pasar para bendecir a todos los privados de libertad. Tras la cruz los internos hicieron dos filas iniciando la procesión cantando himnos eucarísticos y de alabanza, después los sacerdotes, dos internos con sotana y roquete llevaron el turiferario escoltando la Señor, después, cuatro internos revestidos con alba llevaron el palio que custodiaba la presencia real de Jesús en la eucaristía. Al finalizar la procesión, en los jardines del convivencial de la prisión, recibieron la bendición del Santísimo Sacramento, pidiendo por los más necesitados en especial por todos los enfermos que están en los hospitales y en especial por el cese de la pandemia.

Una vez más, los más pobres nos enseñan amar a Jesús, a saber reconocerlo como Dios y hombre verdadero que nos acompaña en nuestro caminar, tomando nuestro sufrimiento y regalando gracias y bendiciones.

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