Ante la Ley de la Eutanasia, rellena el Documento de Voluntades Vitales Anticipadas

Con la entrada en vigor de la Ley Orgánica 3/2021, que permite en nuestro país la práctica de la Eutanasia, la Pastoral de la Salud de nuestra diócesis ha dirigido un escrito a todos los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, equipos de pastoral de la salud y fieles cristianos laicos, informando y advirtiendo de las consecuencias que va a traer esta ley en el cuidado de la persona al final de la vida. 

Desde la Pastoral de la Salud, afirman que «como Iglesia, la respuesta siempre ha sido acompañar y llevar la Buena Noticia de Jesús de Nazaret a la persona sufriente. De ahí que, ante la situación que se presenta en la atención de la persona al final de la vida, la Iglesia apueste claramente por los cuidados paliativos. Con los cuidados paliativos se pretende una atención integral abordando las necesidades físicas, psicológicas, sociales y espirituales. Se busca el cuidado y acompañamiento de la persona enferma, así como de sus familiares y seres queridos, con el objetivo de evitar el sufrimiento evitable y de dar sentido a aquel que no se puede evitar». 

El delegado de Pastoral de la Salud, Fernando Carmona, afirma además, que «es importante clarificar que las acciones que pretenden aliviar el sufrimiento, sin interferir en el discurrir natural de la evolución de la enfermedad, como son la sedación paliativa, la adecuación de medidas diagnósticas y terapéuticas, los diversos tratamientos para el dolor, o la no aplicación de tratamientos desproporcionados… no son para nada equiparables a la eutanasia, que tiene como fin último acabar con la vida de la persona. Conscientes de la dificultad de acompañar el sufrimiento y el final de la vida, la Iglesia siempre procurará estar junto a la persona enferma y sus familiares, teniendo a Cristo como modelo de acompañamiento y como sentido de toda existencia. Vivir es Cristo, morir es ganancia». 

El pasado fin de semana, durante la celebración de la Eucaristía en las distintas parroquias de la diócesis, se ha dado información de lo que supone la Ley de la Eutanasia y se ha invitado a todos los fieles a que rellenen el Documento de Voluntades Vitales Anticipadas, también llamado «testamento vital», que ya facilita la web de la Junta de Andalucía.  

Los obispos españoles nos animan a suscribir el “testamento vital” (o Declaración de instrucciones previas y voluntades anticipadas), que es la expresión escrita de la voluntad de un paciente sobre los tratamientos médicos que desea recibir, o que no está dispuesto a aceptar, en la fase final de su vida. El “testamento vital” también especifica que se administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos, pero que no se aplique la eutanasia.

 ¿QUÉ ES LA EUTANASIA?

Es el modo de quitar la vida a una persona enferma. 

Es la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada crónica o terminal. Esta muerte se puede causar por acción o por omisión.

Es similar al suicidio asistido, pero a diferencia de la eutanasia, en el suicidio asistido, la actuación del profesional médico se limita a proporcionar al paciente los medios necesarios para que sea él mismo quien se produzca la muerte.

La auténtica eutanasia o muerte dulce, debería ser la que permita al enfermo morir dignamente, aliviando su dolor, su angustia y su soledad con la cooperación del personal sanitario, su familia y su entorno. La eutanasia no debe der un modo de librar a la sociedad de personas molestas y costosas, un un modo de evitar que el Estado gaste dinero en cuidados paliativos y asistencia domiciliaria.

¿QUÉ ESTRATEGIAS UTILIZAN LAS CAMPAÑAS QUE DEFIENDEN LA LEY DE EUTANASIA?

Se presenta al público algún “caso límite”. 

Se busca una situación terminal y dramática, especialmente llamativa, que interpele la sensibilidad colectiva. Admitido este caso, desaparecen las razones profundas para no admitir otros parecidos, ensanchándose después la casuística.

Se utilizan expresiones que suenan bien como “muerte digna” y “libertad”. 

Se evitan expresiones como “provocar la muerte del enfermo”, “ayudarle a suicidarse o quitarle la vida”.

Se procura presentar a los defensores de la vida como retrógados, intransigentes, contrarios a la libertad individual y al progreso. Al discrepante se le pone una etiqueta y así se evita un diálogo sosegado y constructivo que busque el bien del enfermo.

Se transmite la idea de que la eutanasia es una cuestión únicamente religiosa y se dice que en una sociedad pluralista, la Iglesia o cualquier confesión religiosa, no puede, ni debe imponer sus opiniones.

Se transmite la idea de que la eutanasia es una demanda urgente de la población, algo que pide la mayoría de la gente y que es propiedad de nuestros tiempos.

¿A QUIÉN HACE DAÑO UNA LEY QUE PERMITA LA EUTANASIA?

Al paciente en situación terminal, con dolor físico y sufrimiento psíquico y espiritual, pues en vez de atenderlo, acompañarlo y ofercerle cuidados paliativos, se opta por acabar con su vida. La experiencia demuestra que, cuando un enfermo que sufre pide la muerte, en el fondo está pidiendo que le alivien los padecimientos, tanto los físicos como los morales. 

Cuando reciben alivio en el dolor, atención médica, compañía, afecto y consuelo, la experiencia demuestra que deja de solicitar que pongan fin a su vida.

A la familia angustiada que no acaba de saber gestionar la situación y sufre por el ser querido. La posibilidad de eutanasia introduce en las relaciones familiares un sentimiento de inseguridad, confrontación y miedo, ajeno a lo que la idea de familia sugiere: solidaridad, amor, generosidad.

Al personal sanitario que fue educado fundamentalmente para luchar contra la muerte y afrontar y paliar el dolor y el sufrimiento, y ahora se le emplea como agente que da muerte al paciente.

¿POR QUÉ ES ALGO NOCIVO PARA UNA SOCIEDAD LA LEY DE LA EUTANASIA?

Porque el Estado tiene la obligación de defender al más débil. Una sociedad es más civilizada en la medida que sea capaz de proteger a los más débiles, y el Estado asuma el deber de asistir a los más débiles y desfavorecidos permitiéndoles vivir con dignidad y morir en las mejores condiciones posibles, cuando llegue su momento.

Porque estas leyes hacen que la gente vea normal lo que es un crimen. Cuando por ley se admiten crímenes como el aborto o la eutanasia, mucha gente considera que si se admite legalmente es porque no es algo malo, y al convertirse en una práctica admitida terminan considerándolo como algo normal.

Porque desnaturaliza la función del médico. La misión del médico es curar cuando se pueda, y, cuando no, aliviar y consolar. Cuando se le autoriza a matar, se pervierte su noble función. La eutanasia responde a una medicina liberal y endiosada que considera que curar no es cuidar al enfermo sino eliminar la enfermedad y el sufrimiento, incluso eliminando al paciente.

¿CUÁLES SON LAS MENTIRAS QUE HAY QUE DESMONTAR SOBRE LA EUTANASIA?

Nos dicen que es sólo para cuando haya un dolor insoportable, pero no dicen que en esos casos la solución no es la eutanasia, sino la atención adecuada, humana y profesional, aplicando los cuidados paliativos. Tampoco dicen que la práctica en países como Holanda es que esa figura que empieza a aplicarse a casos extremos termina utilizándose en muchísimo otros casos: personas que no pueden dar su consentimiento, pacientes psiquiátricos, niños recién nacidos,personas “infelicidad senil”.

Nos dicen que se hace por compasión, cuando en realidad lo más humano no es provocar la muerte, sino acoger al enfermo, sostener lo en estos momentos de dificultad, rodearlo de afecto y atención, y poner los medios necesarios para aliviar el sufrimiento y suprimir el dolor, y no al paciente. Nos dicen que es indigno vivir con sufrimiento y sin calidad de vida. Pero,¿con qué baremos se mide la calidad de vida? ¿En qué momento se puede llegar a afirmar que ya carece de valor, o que no merece la pena ser vivida? ¿se puede decir que un ser humano pierde su dignidad por sufrir?

Nos dicen que es una decisión fruto de la libertad, cuando en realidad quien lo pide es porque tiene la voluntad debilitada. Además, ¿tienen libertad para decidir matarse los que están en depresión, los enfermos dependientes, los discapacitados psíquicos o los pacientes en coma?

¿QUÉ DICE LA MEDICINA?

El juramento hipocrático, que ha sido el referente moral de los médicos a lo largo de la historia, dice explícitamente: “jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo”.

La Asociación Médica Mundial (AMM), que representa a las organizaciones médicas colegiales de todo el mundo, afirmaba en su resolución adoptada en octubre de 2019, en su septuagésima asamblea general: «la AMM se opone firmemente a la eutanasia y al suicidio con ayuda médica… Ningún médico debe ser obligado a participar en eutanasia o suicidio con ayuda médica».

El objetivo único de la medicina no es curar al enfermo, a veces es sólo calmar sus dolores. Un ana lgésico puede permitir la vida normal sin propiamente curar. La salud no implica un perfecto bienestar, a menudo se puede desarrollar la actividad diaria con alguna molestia. la medicina debe buscar el bienestar adecuado para poder desarrollar las actividades diarias, sin pretender la utopía de su plenitud. La actitud de la medicina ante la enfermedad ha de ser «curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre».

¿POR QUÉ DEFENDER A LA PERSONA QUE SUFRE?

Porque todo ser humano tiene una dignidad infinita. No depende de la edad, ni de la raza, ni de la salud. Existe una dignidad que es objetiva y es propia de todo ser humano. Cada persona es un fin en sí mismo, nunca un medio, por ello requiere todo el esfuerzo que sea necesario para cuidarla y atenderla. El ser humano no puede ser tratado como un objeto inútil o como una carga que produce gastos a la sociedad e incomodidades a la fam ilia.

Porque todo ser humanó en situación de fragilidad ha de ser especialmente defendido. Las personas frágiles no por eso son menos valiosas, tampoco son menos valiosas las personas con depresión, ni las que están en coma, ni las que tienen enfermedades psíquicas. Como no pueden defenderse por ellos mismos, somos los demás los que debemos hacerlo.

Porque ninguna persona debe ser tratada como una carga. El enfermo ha de ser visto como una persona a la que hay que atender y cuidar, no como un problema que hay que eliminar lo antes posible. 

¿POR QUÉ NO PUEDO DECIDIR QUE ME QUITEN LA VIDA?

Porque la vida no es mía. la vida no depende de mí, no es algo que yo me haya fabricado, es algo que he recibido, me ha sido donada … Si es algo que me han prestado no puedo hacer con ella lo que yo quiera.

Porque si me equivoco en esta decisión ya no puedo rectificar. Si me analizo, compruebo que muchas veces tomo decisiones equivocadas, meto la pata continuamente y tengo que rectificar. Si decidiera suicidarme podría tomar la decisión errónea de la que no puedo desquitarme después. Cualquiera de nosotros, en un mal momento, podría tomar una decisión irreversible.

Porque con mi decisión incito a los demás a que me imiten. El que se quita la vida, al atentar contra sí, atenta también contra el otro, porque se pone como ejemplo y lo incita a cometer el mismo acto. Con su acto, el que pide la eutanasia está diciendo a los demás que la vida no merece ser vivida y que destruirse es una liberación, y este mensaje puede hacer mucho daño a personas que pasan por malos momentos .

¿QUÉ TENEMOS QUE HACER PARA QUE TODO ENFERMO TENGA UNA MUERTE DIGNA?

Permitirle morir sin que sufra inútilmente, pudiendo recibir los cuidados médicos paliativos. La medicina paliativa ayuda a que los enfermos pasen los últimos momentos conscientes, sin dolor, con los síntomas controlados, de modo que transcurran con dignidad, rodeados de las personas que aman y, si fuera posible, considerando su estado clínico y las atenciones que pudiera precisar, en su propio domicilio.

Aplicar cuando sea necesario la sedación paliativa. Se utiliza para aliviar el sufrimiento del enfermo en situaciones de enfermedad incurable, avanzada e irreversible, con un pronóstico de vida limitado, o bien en situación de agonía. Esta sedación consiste en disminuir el nivel de conciencia con ayuda de medicamentos, de modo que el enfermo no perciba dolor, sufrimiento o angustia intratables. En estos casos, el médico debe saber administrar la medicación de modo que sea suficiente para sedar sin provocar intencionadamente la muerte.

Permitirle morir a su tiempo natural, sin que se acorte o se prolongue de forma innecesaria la vida. No se admite la obstinación terapéutica, que consiste en el empeño de aplicar los tratamientos o procedimientos de cualquier naturaleza, que ya no proporcionan beneficios al enfermo y sólo sirven para prolongar penosamente su agonía, impidiendo que la naturaleza siga su curso natural.

Permitirle morir rodeado del cariño de la familia y los amigos. Podemos aliviar el dolor, la angustia y la soledad del enfermo con la cooperación del personal sanitario, su familia y su entorno. El enfermo ha de poder morir con la posibilidad de haber sido informado adecuadamente, eligiendo, si se puede, el lugar, y participando en todas las decisiones importantes que le afecten. Además ha de tener la ayuda espiritual que precise.

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