La Cuaresma: siete preguntas básicas

La cuaresma es el tiempo litúrgico que prepara la Pascua. Siendo un tiempo “fuerte” del año litúrgico, sin embargo es un tiempo que no tiene sentido en sí mismo, sino en función de aquello que prepara.

El Delegado diocesano de Liturgia, el P. Ángel Luis Romero explica alguno de los ritos asociados a este tiempo litúrgico de la Cuaresma.

¿Cuándo empezó la práctica de la imposición de la ceniza? 
Aunque la Cuaresma aparece ya formada en el siglo IV, la práctica de la imposición de la ceniza no aparece hasta la Edad Media, y se generaliza en la Iglesia Latina en torno a los siglos X y XI.
¿Cuándo se bendice y se impone?
Las cenizas se bendicen en la misma celebración en la cual se imponen. Teniendo en cuenta que este rito puede realizarse dentro de la celebración de la Eucaristía, o bien en una celebración de la Palabra, terminada la proclamación de las lecturas de ese día, y la homilía correspondiente, el presidente de la asamblea, bendice e impone la ceniza, con las fórmulas que aparecen en el Misal Romano.

Tradicionalmente, se bendice y se impone, el Miércoles de ceniza que es el día en que, según los libros litúrgicos antiguos, comenzaba el Ayuno cuaresmal, «In capite Quadragesimae» (Al inicio de la Cuaresma). En los últimos años, la Santa Sede ha concedido el permiso para realizar dicho rito en otro día de la semana, por razones pastorales y por el bien de los fieles. Pero con una salvedad: que la imposición de la ceniza no se haga el Domingo, dado que el Domingo no tiene nunca en la Iglesia sentido penitencial  y, en cambio, la imposición de la ceniza lo tiene claramente.

El uso de la ceniza se remonta en sus orígenes, esencialmente, a la Sagrada Escritura, donde ya en el Antiguo Testamento aparece como un gesto de reconocimiento del pecado y de humillación ante Dios. Es un rito que, como tantos otros de la liturgia cristiana, proviene del ambiente bíblico y de la tradición religiosa del pueblo judío. Es un deseo interior de conversión, que está en el corazón, y que se manifiesta en un signo externo. Como todos los actos que realizamos los humanos, no solamente a nivel religioso, sino también en otros sectores de nuestra vida, si al gesto externo no le corresponde un sentimiento interior, ¡también el de la ceniza, se convertiría en un rito completamente vacío!

¿Por qué empieza la cuaresma en el Miércoles de Ceniza?
La historia y la evolución de la Cuaresma es compleja y muy interesante. A lo largo de la historia han variado los días de ayuno que se practicaban antes de la Pascua. Hasta el concilio Vaticano II existía una terminología propia para designar las semanas anteriores a la Cuaresma, dicha terminología, en los nuevos libros litúrgicos, ha desaparecido. Para explicarlo de un modo sencillo, podemos decir que, en la actualidad, desde el Miércoles de ceniza hasta la Pascua hay, aproximadamente, 40 días de ayuno, quitando los Domingos. Precisamente esta es la razón por la cual la Cuaresma comienza el Miércoles de ceniza. Es decir, hubo una época, en la que éste tiempo de preparación a la Pascua, empezaba el primer Domingo de Cuaresma, pero precisamente, porque los Domingos no podían considerarse días de ayuno, se añadieron algunos días de la semana precedente, en concreto, desde el miércoles anterior al primer Domingo.
El color morado es otro de los signos de este tiempo litúrgico.
El color morado, litúrgicamente, es un color austero y penitencial que nos llama a la conversión. No en todas las culturas tiene el mismo significado. Por ejemplo en Oriente, el color morado, que a veces no está lejos de la púrpura, puede ser incluso un color de triunfo, pero digamos que en nuestra cultura occidental, el morado, sobre todo si es un morado intenso, que tiende más bien al azul oscuro, generalmente se acepta como color de penitencia. En este sentido, sobre todo en Andalucía, sabemos muy bien lo importante que es este color durante la Semana Santa y el uso generalizado que de él hacen las Hermandades y las Cofradías en sus procesiones.
También la cubrición de imágenes el Jueves Santo.
El uso de cubrir las imágenes procede del misal anterior a la Reforma litúrgica, el llamado Misal de Pío V. Era una costumbre de origen medieval, que solía hacerse el «Domingo de Pasión», que era el domingo anterior al «Domingo de Ramos». En ese día, se cubrían los crucifijos de las iglesias, y otras imágenes, con un paño de color morado. Ese paño, sobre todo en el centro de Europa, se llamaba «velo del ayuno». Palabras que se referían al ayuno de los ojos, que se hacía durante el periodo en que las imágenes estaban cubiertas y no podían verse. El concilio Vaticano II estableció que tal uso se podría conservar, allí donde las Conferencias Episcopales lo permitieran. En la práctica, casi en todos los lugares, ha desaparecido.
¿Qué obligaciones tiene un católico en cuaresma?
Con respecto al ayuno, podemos decir, que los tres pilares del tiempo de Cuaresma son la oración, la limosna y el ayuno. Hay también quien los llama «los tres pilares que sostienen el mundo». Estas son las prácticas a las cuales la Iglesia nos invita, desde el comienzo del tiempo cuaresmal. De hecho, el Evangelio de la Eucaristía del Miércoles de ceniza, es un texto del Sermón de la Montaña, según san Mateo, en el cual, el Señor, se refiere a la práctica de estos tres fundamentos de la vida cristiana. 

Otra característica del tiempo de Cuaresma es la abstinencia, la cual se recomienda y se practica todos los viernes del año. La  abstinencia significa, en concreto, abstenerse de comer carne y sus derivados. Durante la Cuaresma, esta norma no se puede cambiar ni sustituir por otra.

Con respecto al ayuno, los dos únicos días de ayuno, son el Miércoles de ceniza y el Viernes Santo.

Por otra parte, podemos decir, que el objetivo y la tarea principal del cristiano, en el tiempo de Cuaresma, es la conversión: volverse a Dios de todo corazón, renunciar al pecado y ponerlo a Él en el centro y en el primer lugar de nuestra vida. Está claro que esto no puede vivirse sólo a nivel de «obligación» es una gracia, que tenemos que pedir al Señor, cada día, con confianza e insistencia.

¿En qué consiste el ayuno y la abstinencia?
El sentido principal del ayuno es equilibrar nuestra vida, entre los dos elementos, espiritual y corporal, que componen la naturaleza humana, y que la experiencia nos dice, que la mayoría de las veces se resuelve a favor de la carne y en detrimento del espíritu. El ayuno nos ayuda a tener  presente, la verdad de lo que dice Cristo en el Evangelio, que «el hombre no vive solo de pan, sino que vive de toda palabra que sale de la boca de Dios».

En realidad, todos los días, corremos el peligro de pensar que nuestra vida depende de «nuestro pan» es decir, que la vida depende de lo que nosotros hacemos, de lo que nosotros ganamos y de lo que nosotros comemos. Esto realmente no es así, nuestra vida, antes que un fruto de nuestro esfuerzo, es un don de Dios, que precede a todo lo que nosotros podamos hacer. El ayuno privilegia el sentido espiritual del ser humano. Por otra parte, ayunamos para acordarnos de Cristo, para no olvidarnos que también Él ayunó por nosotros.

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