“Somos, como Iglesia, el mayor signo para el mundo de la misericordia de Dios”

En la tarde del 13 de noviembre el obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, presidió la ceremonia de clausura del Año Jubilar de la Misericordia en la Catedral de Cádiz.

Ante muchísimos fieles, que quisieron despedir este año santo, Mons. Zornoza afirmó que “como la puerta del amor compasivo de Dios no puede estar cerrada ni un segundo, no podemos hablar de clausura, pues no podríamos prescindir nunca de la misericordia de Dios”. En este sentido, el obispo diocesano aseguró que se cierran las puertas de la misericordia, pero se abren otras “para que fluya la misericordia de Dios, y por la que deben de venir al mundo el amor de Dios; para que la caridad, las obras de misericordia y la evangelización lleven a cada uno de los que nos rodea el mismo Cristo, que con su perdón nos ha hecho salir al encuentro de los demás”.

Repasando lo que ha dado de si este tiempo de celebración, el obispo diocesano manifestó que “hemos vivido unos meses fecundos, que han empapado de la gracia de Dios y de su perdón a multitudes en el mundo entero, y que ha estimulado un derroche de caridad, a través de las obras de misericordia”.

Por otro lado, el obispo de Cádiz y Ceuta dijo que vivimos en la actualidad un tiempo de salvación. “Para hacer de este momento un tiempo de salvación Jesús nos ha enseñado a hacer nuestro el sufrimiento del mundo, el dolor de los excluidos, la justicia de los descartados y humillados… El amor realista de Cristo, su misericordia por nosotros, hace a los cristianos que vivamos sin evasiones alienantes, ni narcóticos que disuelven la vida para no sufrir. Todas las contrariedades son ocasiones providenciales para dar testimonio y para que el mundo crea en su amor”.

Muchos han sido los fieles que durante este Jubileo han ganado la indulgencia plenaria, con distinta peregrinaciones, atravesando las Puertas de la Misericordia de los Templos Jubilares distribuidos por toda la geografía diocesana. Con esta celebración se cierra un año que la Iglesia ha aprovechado para hacer más fuerte el testimonio de los creyentes y para anunciar la alegría del perdón.

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