“Un laico debe caracterizarse por cuidar como oro en paño las demás vocaciones”

El Obispo de San Sebastián fue el ponente del tercer punto de encuentro diocesano. Cientos de personas participaron en este Punto de encuentro que se caracterizó por un amplio diálogo entre los asistentes y el ponente sobre las «Condiciones de la vocación laical».

El Obispo de San Sebastián, comenzó su charla destacando que muchas veces destacamos más las “distintas” vocaciones o las diferencias de las vocaciones en la Iglesia que lo que tienen en común y señaló que “las vocaciones no son tan distintas, un buen signo de entender la propia vocación suele ser el de valorar todo el conjunto de las vocaciones”.

Mons. Munilla reiteró esta idea de la unidad, que ha sido común en los diversos Puntos de encuentro “Es mucho más lo que une a las vocaciones que lo que las diferencia: la meta es la misma, las tentaciones vienen del mismo y se suelen hacer fuerte en las mismas debilidades (…) los medios de gracia son los mismos en todas las vocaciones; no hay una Biblia para curas o para carmelitas y otra para laicos, es la misma…”.

De este modo, el prelado donostiarra subrayó que “hablar de una vocación en concreto es caer en la cuenta que todas las vocaciones están conjuntadas y conjugadas en el cuerpo místico de Cristo” y, refiriéndose al título de su charla afirmó que “un laico debe caracterizarse por cuidar como oro en paño las demás vocaciones” al tiempo que advertía de que “un mal signo de ese camino suele ser hablar en temas de confrontación, como si esto fuese una lucha de poder”.

Mons. Munilla fue claro cuando destacó que “la experiencia nos dice que las distintas vocaciones suelen crecer todas conjuntamente o entrar en crisis conjuntamente”, una relación que, explicó “se sustenta percatándose de que la vocación en el sentido primigenio de la palabra no es otra cosa que seguir a Jesucristo en la santidad, esa es la vocación común a todos, y luego está la vocación dentro de la vocación, que ya es una vocación en un sentido secundario, es secundario ser carmelita descalza, o es secundario ser misionero… lo que verdaderamente tiene que caracterizar es que mi vocación es seguir a Jesucristo”.

“La santidad no coincide con el perfeccionismo – continuó Mons. Munilla –  Dios tiene en cuenta nuestras imperfecciones y puede integrarlas en el desarrollo de nuestra vocación. La santidad es para ti”. En esta línea, el obispo de San Sebastián afirmó que el inicio, la raíz de nuestra vida cristiana “vivir en gracia de Dios, cuidar la vida de gracia y anteponer eso a cualquier cosa”.

Mons. Munilla destacó tres puntos en torno a los que se desarrolla la vida cristiana, la llamada vocacional de cada uno de nosotros: “El primer momento clave de la llamada a la santidad suele ser el del impacto del descubrimiento de esa llamada: hay un momento en el que uno cae en la cuenta que lo único importante es seguir al Señor en la santidad y el resto es secundario. Y hay que volver al amor primero y renovar esa gracia.

Pero la clave está en la llamada a la segunda conversión, que ese seguimiento a Jesucristo tiene que llegar a ser incondicional: purificarnos de esas condiciones en las que habíamos imaginado que se desarrollaría nuestro seguimiento a  Cristo, firmarle al Señor un cheque en blanco… la segunda conversión dura todo la vida, se trata de convertir nuestra vida en un “sí sostenido” porque la perseverancia es un milagro, en un doble sentido: la constancia no nace de la carne y de la sangre y al tiempo es un sí sostenido en el Espíritu, que nos ofrece el sí de María que es el sí sostenido y así necesitamos de medios de gracia para sostener este sí: afianzándonos en una vida de oración seria, en los sacramentos y en la mortificación”. En este punto Mons. Munilla destacó cómo la mortificación, muy minusvalorada en nuestra época, es “determinante para la vida en Cristo.

Y por último, el obispo de San Sebastián subrayó que “el sello con el que Jesús autentifica el amor de Pedro es el apostolado “Apacienta mis ovejas”. El apostolado centró buena parte de la intervención del Obispo de San Sebastián que subrayó que “primero es la identidad y luego la misión, aunque en la vida se confunden: ser discípulo de Cristo y apóstol, enamoramiento de Cristo y apostolado son cosas que están estrechamente ligadas. El celo apostólico es liberador para nosotros, no hay nada más importante que ganar almas para Cristo. Cuando uno tiene el corazón en lo esencial, lo tiene libre de “batallitas”, cuando no tenemos celo apostólico tenemos celos, es una desgracia no tener celo apostólico, porque entonces nuestra vida está supeditada a tonterías…”. El prelado animó a los presentes a “perder la vida en batallas que merecen la pena” porque “muchas veces perdemos la vida en tonterías” y, continuando con la disertación sobre la labor apostólica explicó que “el apostolado no es una estrategia eclesiástica, es algo que nace de ti porque amas y el que ama desea lo mejor para la persona amada”, asimismo, se refirió a la doble vertiente de toda vocación cristiana: “La vocación de ser pastor y oveja están mezcladas: quien no es oveja no puede ser buen pastor”.

Tras su intervención, varios de los asistentes quisieron compartir con el ponente y el resto de invitados algunas de las impresiones  e ideas surgidas de la ponencia, entre ellos se tocaron temas referentes al sacerdocio, a la vida cristiana en el mundo o a la labor de los catequistas.

Por la tarde, los asistentes conocieron algunas de las ideas manifestadas en el I Encuentro de liderazgo y experiencias prácticas para la conversión pastoral en el que participaron varias personas de la diócesis junto a Mons. D. Rafael Zornoza.

El próximo punto de encuentro diocesano está previsto para el 21 de enero de 2017 en el que intervendrá el sacerdote Fabrizio Ballanti desarrolando el tema El Discipulado.

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