Nacho Canales, diácono, es nuestro testimonio de hoy en esta serie del #seminariosiguencasa. Él decidió continuar viviendo en el seminario para seguir atendiendo pastoralmente la comunidad de San Antonio de Padua de Cádiz en la que ayuda. Éste es su testimonio:
En estas semanas que estamos viviendo con la incertidumbre día tras día puse mi esperanza en el Señor, sabiendo que Él es el único camino para no perder la paz y sentirme reconfortado, haciendo que cada día de confinamiento sea un día nuevo poniendo el corazón en Él.
Decidí quedarme en el seminario, para poder seguir con mi pastoral y ayudar en estos momentos tan difíciles en mi parroquia de San Antonio de Padua de Cádiz, junto al Padre Oscar, párroco de dicha parroquia, en el que día tras día, a pesar de la adversidad, seguimos celebrando la Santa Misa, retransmitiéndola para que todos los fieles pudieran sentirse más cerca de Dios y no perder el contacto con su parroquia y que eso pueda servirle de esperanza y llevarle la luz de Dios a sus casas y que, en ese momento, desconecten de todo y puedan sentirse más cerca de Dios.
La Semana Santa la viví de una forma especial y diferente pero con igual ilusión realizando el Ministerio de Diaconado y poniéndome al servicio de cualquier necesidad de la parroquia, de una manera diferente, pero sabiendo que en estos momentos lo único que no puede fallar es seguir haciendo la voluntad de Dios.
La vida del seminario continua igual y, los que estamos en él, seguimos con nuestro ritmo apoyándonos unos a otros y eso nos da fuerzas para seguir día a día y no perder las fuerzas.
Yo quisiera mandar un mensaje de esperanza para todos aquellas personas que en estos momentos lo están pasando mal, que no desfallezcan, que pongan su mirada en Dios y que, aunque en estos momentos la vida nos cambió un poco, lo que no cambia es el amor de Dios hacia nosotros y, si ponemos el corazón en Él, nada podrá con nosotros, seguiremos hacia delante y saldremos de ésta más fuertes y con la esperanza de que Dios jamás nos dejará caer, pongamos la mirada en Él y, cuando nos sintamos decaídos, alcemos la mano hacia el cielo y él nos levantará. Desde el Seminario de Cádiz quiero mandar un abrazo a todas las personas y decirles que aquí continuamos pidiendo por todos vosotros para que el Señor os cuide y proteja.
