Sin teoría -sin una buena teoría- es difícil vivir una vida digna

Giuseppe Capograssi

La experiencia común

Madrid, Encuentro, 2020

¿Se han fijado ustedes -queridos amigos- la frecuencia con la que los líderes políticos, los periodistas y, a veces, algunos educadores repiten que no hemos de dar excesiva importancia a las palabras ni a los pensamientos, y sólo hemos de tener en cuenta las conductas? En mi opinión, todos -ellos y nosotros- deberíamos reflexionar seriamente sobre la relación íntima y sobre la dependencia que existe entre esas dos actividades humanas: los pensamientos y los comportamientos.

En primer lugar, hemos de reconocer que, tanto en la enseñanza como en nuestros comentarios coloquiales, solemos contraponer la teoría y la práctica de una manera excesivamente radical. Damos por supuesto que el pensamiento y la vida son dos ámbitos distantes y sin apenas conexiones reales. En mi opinión este divorcio tan frecuente es un error grave porque tiene consecuencias serias en nuestra vida personal y en nuestras relaciones profesionales, sociales y políticas. Me atrevo incluso a afirmar que, cuando afirmamos que “eso es pura filosofía”, “simple literatura” o “mera imaginación artística” damos por supuesto que el pensamiento teórico y la “creación estética” son mundos desconectados de la vida cotidiana. No caemos en la cuenta de que la los contenidos culturales son -deben ser- las guías que orienten y estimulen nuestros comportamientos cotidianos y la luz necesaria para que la vida sea plenamente humana o, en otras palabras, que sin teoría -sin una buena teoría- es difícil vivir una vida digna.

Giuseppe Capograssi, en La experiencia común  nos muestra y nos explica cómo el origen, el itinerario y el destino de nuestros pensamientos son las vidas concretas de cada uno de nosotros y que, por lo tanto, la Filosofía es una vía imprescindible para conocer y reconocer, para analizar y valorar las experiencias acertadas o erróneas individuales o colectivas. Él parte del supuesto de que el conocimiento es el descubrimiento -la conciencia- del fondo de lo que vamos sintiendo, experimentando y viviendo.

Frente a los pensadores que prescinden de la vida y que, a veces, dan la impresión de que la desprecian como asuntos de sus especulaciones, Capograssi centra sus reflexiones sobre “esa vida, esa única vida que nosotros experimentamos, esa única parte de la vida entera que nosotros podemos conocer y conocemos, porque tenemos conciencia de ella y la sentimos”. Muestra su desacuerdo con quienes defienden que la vida es humana sólo por el pensamiento -“absoluta espiritualidad”- y con quienes la interpretan como acción sólo práctica -“mera materialidad”- y sostiene que el factor determinante de una vida realmente humana se funda en la experiencia y en la voluntad orientadoras e impulsoras del itinerario y de la meta realmente humanos: es su conciencia profunda y concreta la que hace que el individuo  se tome a sí mismo  como una realidad misteriosa y tenazmente ligada a un destino propio en el que toda la realidad individual encuentra su verdad y su unidad.

En mi opinión esta obra posee una especial utilidad para fundamentar no sólo la enseñanza de las diferentes disciplinas filosóficas sino también para orientar los análisis de los problemas culturales, sociales, políticos y económicos que se debaten en los diferentes medios de comunicación social e, incluso, en nuestras conversaciones con compañeros y amigos. Nos proporciona un lenguaje fundamental para aprender a pensar de forma crítica, para reflexionar sobre esas cuestiones fundamentales cuyas consecuencias son prácticas. Nos ayuda a ver el mundo de forma diferente y a reaccionar de manera coherente: a pensar y a tomar decisiones.

José Antonio Hernández Guerrero

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