El verano, un tiempo oportuno para la meditación

Henri J. M. Nouwen

Meditaciones diarias para la vida espiritual. Tú eres mi amado

Madrid, PPC, 2019. Recopilación y edición de Gabrielle Earnshaw

Estoy convencido -amigos y amigas- que durante estas peculiares vacaciones que comenzaremos esta semana, dispondremos de un tiempo oportuno para la meditación, ese necesario ejercicio de penetración en nuestro interior con el fin de descubrir los significados de los objetos y los sentidos de nuestros comportamientos. Parto del supuesto de que la meditación es -o debería ser- nuestra tarea propia como seres humanos: la senda obligada para orientar nuestros pasos en el enmarañado entramado de senderos, a veces tortuosos, de nuestras vidas. La experiencia, sin embargo, nos muestra que esta práctica se ha reducido a los ámbitos de la poesía, de la filosofía y de la religión.

Si nos referimos a la “meditación cristiana”, advertiremos sustanciales diferencias determinadas por el hecho de que los cristianos, además de creer en un ser trascendente y espiritual, tratamos y conversamos con un Dios encarnado, un ser humano que habla, escucha, siente y se emociona como nosotros. Nuestra meditación, por lo tanto, además de pensamiento, es palabra pronunciada y escuchada, escrita y leída en nuestra propia lengua y, por lo tanto, nuestra espiritualidad es también corporal.

Estas son las razones de mi valoración positiva de este libro que nos orienta y nos estimula para que callemos, escuchemos, hablemos y actuemos; para que sintamos y agradezcamos las palabras de Jesús que, efectivamente, nos iluminan, nos alimentan y nos curan. Fíjense, por ejemplo, en la claridad y en la profundidad con las que el autor, un monje trapense y un maestro experimentado en la meditación cristiana, nos invita para que “miremos a Jesús”, para que saciemos nuestra fe, para que nos dejemos sorprender por su rostro risueño, para que descubramos los pequeños sucesos como acontecimientos de la vida, para que nos rindamos a la amistad, para que miremos con los ojos compasivos, para que advirtamos cómo las palabras y los silencios están unidos y para que nos convenzamos de que el amor es más fuerte que la muerte.

Y es que, como él afirma, hemos de leer la palabra y la vida, desde el fondo de nuestro corazón, con el deseo de escuchar y de hablar con Jesús, con la voluntad de interpretar sus gestos y sus silencios para conocer quiénes somos. Es así cómo aprenderemos a “vivir cada día, cada hora y cada minuto, como un nuevo comienzo como una oportunidad única, como un momento repleto de vida”.

Este libro, que contiene meditaciones para todos los días del año, proporciona una importante ayuda a los lectores que lo usen como puntos de partida para la personal meditación porque, como dice el autor: La lectura espiritual no consiste solo en leer sobre personas espirituales o asuntos espirituales. Es también leer espiritualmente, es decir, ¡de forma espiritual”.

José Antonio Hernández Guerrero

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