Valores y virtudes para cuidar la salud familiar

Richard P. Fitzgibbons

Doce hábitos para un matrimonio saludable

Madrid, Rialp, 2020

En estos momentos, en los que más se discute sobre sus distintos modelos, las encuestas nos muestran cómo, sin duda alguna, la familia es la institución más valorada sociológicamente pero también nos descubre que la convivencia se ve alterada por problemas que, a veces, no son fáciles de plantear y de resolver. No es extraño, por lo tanto, que, desde diferentes instancias sociales, desde distintas ópticas ideológicas y desde diferentes ciencias humanas, nos insistan en que todos debemos reflexionar sobre la importancia decisiva que, tanto individual como socialmente, tiene la familia.

Este libro, escrito por un experimentado psiquiatra, se dirige principalmente a personas solteras, a novios que se preparan para el matrimonio, a padres de familia, a catequistas y a agentes de la pastoral familiar, a psicólogos y a profesionales de la salud mental. Parte de dos supuestos que no siempre solemos tenerlos en cuenta: que todas las personas, por muy normales que seamos, tenemos debilidades emocionales y, por lo tanto, generamos conflictos en la convivencia. Nos ofrece unas estrategias prácticas para resolverlos y para alcanzar unos hábitos que hagan posible un matrimonio saludable. ¿Cómo? Mediante la aplicación de diferentes fórmulas que nos ayudan a proteger las relaciones de las tormentas emocionales que desencadenan las disputas, generan la desconfianza y, en ocasiones, son las causas de las separaciones y de los divorcios.

Cada capítulo analiza las raíces psicológicas de los conflictos matrimoniales y propone los valores humanos y las virtudes cristianas que contrarrestan sus daños, equilibran las, a veces, complejas situaciones y abren las puertas a razonables y provechosas soluciones. Desde esta perspectiva humana y cristiana, y empleando un lenguaje claro y directo, nos explica la eficacia saludable del perdón, de la generosidad, del respeto, de la responsabilidad, de la confianza, de la esperanza, de la gratitud, de la prudencia, de la templanza, de la justicia, de la lealtad y de la humildad.

En mi opinión, estas pautas concretas nos descubren cómo trabajando estos valores y estas virtudes, es posible crear una atmósfera de confianza mutua, de calor humano, de sinceridad y de transparencia, donde -más que con teorías y doctrinas- asimilamos las pautas que orientan y alientan nuestras actitudes y nuestras conductas. Es en este terreno, adecuadamente abonado, donde germinan las semillas del amor, de la comprensión, de la alegría, de buen humor y de la paz. No olvidemos que es en la familia donde crecemos como seres humanos, donde mejor podemos trabajar para lograr ser personas libres y autónomas, capaces de superar el egoísmo.

José Antonio Hernández Guerrero

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