La Catedral de Cádiz se queda pequeña para despedir a Mons. Antonio Ceballos Atienza

Desde que quedara instalada la capilla ardiente en la tarde de ayer en la Iglesia de Santiago, cientos de fieles y sacerdotes se han acercado para orar por el eterno descanso del que fuera obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta entre los años 1993 y 2011.

A primera hora de esta mañana todavía eran muchos los que hacían cola para mostrar sus respetos y su cariño a un obispo que destacó por su bondad y su cercanía a los más necesitados.

A las once de la mañana quedaba clausurada la capilla ardiente para proceder a su traslado a la Catedral, donde, a las doce del mediodía, daba comienzo el funeral y la misa corpore insepulto.

Muchas personas se han quedado a las puertas de la seo gaditana ante la imposibilidad de acceder a ella debido a la gran afluencia de fieles que han asistido al funeral. Con el féretro presidiendo el altar mayor, sacerdotes, obispos como el de Jaén, Mons. Sebastián Chico Martínez; el de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra; y el arzobispo emérito de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina; así como autoridades civiles y militares, y numerosos fieles han estado presentes en la ceremonia para rezar por el alma de Mons. Ceballos.

El Obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza, ha recordado brevemente la figura de su antecesor y la labor pastoral que realizó en nuestra diócesis, destacando su apertura a la nueva evangelización, el Sínodo diocesano convocado en el año 2000, su atención a los pobres y su impulso a la pastoral de migraciones. “Aquí, en su casa, en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, sabemos que dejó lo mejor de sí mismo. Entregó su propia persona y su vida, por lo que siempre le tendremos presente con gratitud y con verdadero cariño”.

Así, Mons. Zornoza ha dado gracias por la vida y el ministerio de D. Antonio Ceballos, del que ha afirmado que era “un hombre humilde de verdad, enormemente bondadoso, que ha dejado por donde ha pasado un rastro de vida evangélica y de pastor bueno, entregado a todos, siempre orante, de una piedad profunda y sincera. Ha sido un hombre de Dios, cuyo ministerio sólo puede entenderse desde la clave y la lógica evangélica del servicio. Lo decisivo para nosotros es saber que ha representado a Cristo, ha sido su sacramento. Su corazón estaba en Cristo, Jesús y en María, la Virgen”.

Por último, el prelado ha afirmado que “el testamento que nos deja D. Antonio va unido sobre todo a la huella de su fe. Por eso, conmovidos, agradecemos a Dios su persona y su ministerio, y pedimos al Buen Pastor que le otorgue la paz eterna”.

Al término de la ceremonia, los restos de Mons. Antonio Ceballos fueron trasladados a la cripta del primer templo de la diócesis, quedando en el lugar reservado para los obispos.

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